domingo, 16 de enero de 2011

La naturaleza y sus enseñanzas

Cada vez la naturaleza se encuentra más lejos de la mirada de los que vivimos en las ciudades; los de más edad, aun recordamos haber llegado en nuestros paseos hasta zonas rurales donde veíamos huertas con tomates y judías en sus matas, así como animales domésticos, cerdos, gallinas, patos y algún que otro borriquillo, mula, vaca y hasta un rebaño con cabras, ovejas y corderos.

Estas visiones son actualmente cada vez más difíciles de conseguir, el desarrollo urbano ha hecho que desaparezcan estos espacios y las necesarias normas de sanidad, nos hacen tomar contacto con los productos vegetales y animales cuando ya están convenientemente envasados y sometidos a procesos adecuados para que no sean peligrosos en nuestra dieta.

Para muchos niños es una sorpresa enterarse de la procedencia de los huevos o la leche y relacionarlos con los animales que los producen, no saben nada de sus costumbres, ni de su utilidad.

Si esto ocurre acerca de los animales llamados domésticos, la ignorancia acerca de la vida vegetal y animal en un entorno más natural, suele ser nulo, sin embargo existe en muchas personas un deseo de acercarse a la naturaleza y para ello utilizamos las plantas ornamentales y algunos animales: el perro suele ser la gran ilusión de la mayor parte de los niños, si bien el hábitat urbano y las obligaciones laborales dificultan muchas veces su posesión. Peces, hámsters, tortugas, periquitos, canarios y jilgueros, junto con los gatos suelen ser las opciones más fáciles de alcanzar.

Es indudable que los niños se sienten atraídos por los animales, existe un primer momento de curiosidad y no se tarda en pasar a un plano afectivo. Aprovechar esta predisposición de los niños con vistas a motivarles en el plano afectivo, informativo y ecológico, puede ser un propósito excelente, fácil de realizar, se puede iniciar este contacto con la naturaleza en vacaciones y proseguir a lo largo del año, aprovechando el cambio de las estaciones para añadir nuevos conocimientos.

Salir al campo con nuestros hijos conduciendo su atención hacia la vegetación y ver los diferentes tipos: árboles, arbustos vegetación baja o cultivos puede ser un primer paso; también la observación de los animales: pájaros, peces, lagartos, hormigas etc., puede ser una primera toma de contacto.

Al mismo tiempo que se informa, hay que ir inculcando respeto por la naturaleza y enseñarles a los niños a no destruir ni estorbar a los otros seres vivos como son los animales y las plantas.

Actividades más avanzadas pueden ser construir un herbario, una colección de piedras o grabar el canto de los pájaros.

Una de las ventajas de este tipo de actividades es la sensibilización de los niños hacia experiencias sensoriales; durante el paseo hay que llamar su atención sobre los diferentes sonidos que pueden percibir: el viento a través de las hojas de los árboles, el graznido del cuervo, la diferencia entre el croar de la rana y el sonido que emite el sapo, el canto de las cigarras, etc.

A diferencia de lo que ocurre en los paseos ciudadanos, en el campo las cosas se pueden tocar y percibir su distinto tacto, se puede mirar y diferenciar la distinta forma de las hojas de los árboles y el variado plumaje de los pájaros.

Cuando los niños son más mayores y capaces de comprender unas explicaciones más complejas, se les puede ir descubriendo el funcionamiento de la naturaleza y es el momento de hacerles comprender que los árboles fabrican el oxígeno y que nos es indispensable y que sin ellos la vida nos sería imposible. Podemos decirles que todas las especies vivas incluido el hombre se necesitan para su supervivencia y enseñándoles a conservar su entorno natural, habremos preparado su mente para que cuando sea adulto se sienta implicado en los problemas medioambientales.

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